FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR
En Chile la enfermedad cardiovascular es
responsable del 20% del total de fallecimientos, constituyendo la
primera causa en hombres mayores de 35 años y mujeres mayores de 50
años.
La enfermedad cardiovascular se asocia a ateroescleorosis o
enfermedad ateromatosa de los vasos sanguíneos, que se produce por un
exceso de colesterol en la sangre, la que se deposita e inflama las
paredes de las arterias, reduciendo su diámetro y terminando por
dificultar el flujo sanguíneo.
Si se afecta una arteria coronaria se producirá un infarto del
miocardio, si se compromete una arteria que lleva sangre al cerebro
tendremos un infarto cerebral, si son los vasos de las piernas se
produce dolor al caminar o mala circulación distal. Existen factores que
aumentan el riesgo de sufrir enfermedad ateromatosa, los que tienen a
acelerar el desarrollo de ateroesclorosis.
¿Qué es un factor de riesgo cardiovascular?
Son condiciones individuales que pueden aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular ateroesclerótica.
Estos factores se pueden dividir en:
Factores no modificables, son constitutivos de la persona la que siempre tendrá ese factor de riesgo y no es posible revertirlo o eliminarlo.
Factores modificables, son aquellos que pueden ser corregidos o eliminados a través de cambios en el estilo de vida.
¿Cuáles son los factores de riesgo modificables?
Presión Arterial Elevada:
El corazón impulsa la sangre a través de las arterias ejerciendo sobre ellas la presión necesaria para que circule.
La presión arterial está determinada por la cantidad de sangre que
bombea el corazón y la resistencia que ofrecen las arterias a este
flujo.

La
presión sistólica es la presión máxima que se obtiene en cada
contracción del corazón y la presión diastólica es la presión mínima
durante la fase de relajación.
Presiones arteriales mantenidas sobre 140/90 mmHg, producen daño en
las paredes internas de las arterias y esta lesión favorece la
formación de placas de ateroma.
Una persona es hipertensa cuando su presión arterial habitual es
superior a 140/90 mmHg.
Las presiones arteriales sistólicas entre 130 y 140, y diastólicas
entre 85 y 90 mmHg se consideran normales altas y deben ser controladas
periódicamente.
Niveles elevados de colesterol:
El colesterol es una sustancia grasa natural presente en todas las
células del cuerpo y es fundamental para el normal funcionamiento del
organismo.
El colesterol es el compuesto que mayoritariamente se deposita en las arterias, estrechándolas.
Para circular en la sangre, el colesterol se combina con proteínas
llamadas lipoproteínas cuya misión es transportar el colesterol y los
triglicéridos. Estas lipoproteinas se sintetizan en el hígado y en el
intestino.
Al porcentaje de colesterol que circula unido a la lipoproteína
HDL se le llama
colesterol bueno y al que circula unido al
LDL se le llama
colesterol malo.
HDL:
Estas lipoproteínas se encargan de arrastrar el colesterol desde las
arterias al hígado para que lo elimine, por lo tanto, protege al
organismo de la acumulación de colesterol en las células y las arterias.
LDL:
Estas lipoproteínas transportan el colesterol por todo el organismo y
si se encuentran sobre los valores aceptables, permiten que se deposite
en las arterias. Este complejo colesterol LDL se deriva de dietas ricas
en grasas saturadas y colesterol.

El
colesterol, en cifras normales, es imprescindible para el metabolismo
de cualquier célula, sólo resulta peligroso si sus niveles sanguíneos se
elevan.
Establecer una cifra normal de colesterol es difícil, pero se sabe
que las personas con nivel de colesterol en la sangre mayor a 240 mg/dl
tienen doble riesgo de tener un infarto al miocardio que aquellas con
niveles menores de 200 mg/dl.
Tabaquismo:
El tabaco es el factor de riesgo cardiovascular más importante, con la particularidad que es el más fácil de evitar.

El fumar o estar expuesto a fumadores daña las paredes internas de las arterias, permitiendo el depósito de colesterol en ellas.
Está demostrado que la incidencia de enfermedad coronaria es tres
veces mayor en los fumadores que en las personas que no tienen este
hábito.
Existen 3 mecanismos por los que el tabaco puede producir enfermedad coronaria o cardiovascular:
1. La nicotina desencadena la
liberación de las hormonas adrenalina y noradrenalina que producen daño
en la pared interna de las arterias.
2. La nicotina produce alteraciones de la
coagulación, aumenta la capacidad de las plaquetas para unirse y formar
coágulos (agregabilidad plaquetaria).
3. El fumar produce un incremento de los niveles de colesterol malo y reduce los niveles de colesterol bueno.
Sedentarismo:
La inactividad física se considera uno de los mayores factores de
riesgo en el desarrollo de las enfermedades cardíacas, incluso se ha
establecido una relación directa entre el estilo de vida sedentario y la
mortalidad cardiovascular.

El
ejercicio regular disminuye la presión sanguínea, aumenta el colesterol
HDL y ayuda a prevenir el sobrepeso y la diabetes. Por otro lado
colabora a disminuir el estrés, considerado como otro factor que
favorece la aparición de complicaciones.
La Asociación Americana del Corazón recomienda realizar entre 30 a
60 minutos diarios de ejercicios aeróbicos para reducir el riesgo de
sufrir un infarto.
Antes de iniciar cualquier programa de entrenamiento físico se recomienda consultar con su médico.
Obesidad:

Este es un problema serio de salud y presenta un marcado incremento en nuestro país.
Clásicamente se ha definido la obesidad como el incremento del peso debido al aumento de la grasa corporal.
Se produce cuando el número de calorías ingeridas es mayor que el número de calorías gastadas.
Muchos estudios han demostrado que los pacientes obesos presentan
más enfermedad cardiovascular que las personas de peso normal.
Actualmente se calcula el Índice de Masa Corporal (IMC) y según el valor obtenido se clasifica el nivel de sobrepeso.
El IMC se calcula como:
El peso en kilos dividido por la altura en metros al cuadrado.
Diabetes:

La
diabetes produce un aumento de la glucosa en la sangre, desencadenado
por la incapacidad del organismo para producir suficiente insulina o
responder a su acción adecuadamente.
Este estado de hiperglicemia produce una arteriosclerosis acelerada, dañando progresivamente los vasos sanguíneos.
Estrés:

Está reconocido que el estrés aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
El estrés no puede eliminarse totalmente, es una reacción normal de
las personas ante un evento externo, por lo que no es perjudicial en sí
mismo. Cuando se hace inmanejable, se genera un desequilibrio que puede
llevar a aumentar el riesgo cardiovascular.
Alcohol:

El
consumo excesivo de alcohol puede elevar los niveles de presión
arterial y triglicéridos y así aumentar el riesgo de problemas
cardiovasculares.
La ingesta moderada de vino tinto, máximo dos copas diarias, puede elevar los niveles de colesterol HDL.
¿Cuáles son los factores no modificables?
Sexo: Los hombres tienen mayor riesgo de enfermedad coronaria. Las mujeres tienen el efecto protector del estrógeno.

Este riesgo se iguala cuando la mujer llega a la menopausia.
Herencia:
El riesgo de enfermedad ateromatosa aumenta si algún familiar en primer
grado ha desarrollado una enfermedad coronaria o vascular.
También es importante el antecedente familiar de aneurisma de la aorta.
Edad:
El riesgo cardiovascular aumenta con el paso de los años. Se ha
establecido que los hombres desde los 45 años y las mujeres desde los 55
años aumentan notoriamente su riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Antecedentes personales de enfermedad coronaria y vascular:
Las personas que tienen enfermedad coronaria diagnosticada,
presentan mayor riesgo cardiovascular, es decir, una mayor probabilidad
de desarrollar un nuevo episodio de enfermedad coronaria de otros vasos
arteriales.
¿Cómo podemos disminuir el riesgo de sufrir alguna enfermedad cardiovascular?
Para disminuir los factores de riesgo es necesario introducir cambios en el estilo de vida.
Le recomendamos:
Controlar periódicamente su presión arterial.
Disminuir el consumo de sal, té y café si se tiene presión alta.
Moderar el consumo de alcohol.
Mantener un peso adecuado a la estatura.
Llevar una alimentación completa y equilibrada, no abusar de productos
precocinados, congelados o fritos y alimentos ricos en grasas animales.
Aumentar el consumo de legumbres, verduras y fruta.
Seleccionar alimentos de alto valor nutritivo, pero de escaso valor calórico.

Ajustar la alimentación a las necesidades del estilo de vida. No puede
consumir el mismo número de calorías una persona que realiza un trabajo
sedentario que un deportista.
No creer en dietas mágicas. No dan resultado y pueden ser muy
perjudiciales para la salud. Una dieta alimenticia sólo debe
establecerla un especialista.
Dejar de fumar.
Hacer ejercicio de acuerdo al estado de salud, características físicas
y aficiones. Si la actividad física no resulta placentera rápidamente
se abandona.
Puede ser más efectivo tomar clases de baile, que inscribirse en un gimnasio.
La Asociación Americana del Corazón recomienda realizar entre 30 a 60
minutos diarios de ejercicios aeróbicos, como caminar a un ritmo de 6
km/hr, para reducir el riesgo de sufrir un infarto.
Antes de iniciar cualquier programa de entrenamiento se recomienda consultar con el médico.
Modificar costumbres para mantener saludable el corazón: caminar más,
no tomar el ascensor, realizar las pequeñas compras sin utilizar el
auto, fomentar el contacto con la naturaleza.
Dejar tiempo libre para esparcimiento y para descansar.
Aprender a controlar las emociones.
Dormir las horas necesarias y en las mejores condiciones ambientales posibles.
Ser positivo y con sentido del humor para afrontar los problemas diarios.
Realizar un chequeo médico preventivo anual según la recomendación del médico.